¡Shhhhhhhh!

Hay palabras que duelen cuando no se pronuncian, y desencadenan agonía en la mente de quien las porta con nula posibilidad de esgrimirlas. En ocasiones, la reacción natural a la dieta verbal es un lagrimal saturado de producto, en otras tantas, la furia nubla la visión y agudiza la vista. En ciertos casos, enmudecemos por miedo de mostrar algo que somos y no queremos enseñar; en ocasiones veneramos el silencio cuando la abstinencia es resultado de la pobreza expresiva, a veces sólo tenemos flojera. La reacción, en cualquier caso, es la misma: callamos.
Cuando andas por la calle, si te pones atento, escuchas lo que la gente calla...
Ayer caminaba por el anden del metro y los mire: una pareja atrincherada discutiendo en silencio, sus ojos no callaban: él le decía "no me hagas esto en público", ella respondió "te odio, pero te necesito". Los miré con la suficiente atención para incomodarlos, hasta entonces pude oírlos. Detuve mis pies frente a ellos pero, por educación, les di la espalda, luego giré mi cuerpo y miré por encima de sus cabezas: ahí estaban todas las cosas que no se atrevían a decir. Hace falta ver sus manos para poder traducir lo que no decían: si apretaban el puño es bueno, si tensaban los dedos, malo.
En el cine, el galán de al lado, no quizo decir lo mucho que le enternecia la película y decidió callar, entonces pude oír cómo derramaba lágrimas lentamente. Por supuesto, cuando notó que lo espiaba de inmediato simuló un leve bostezo y rascó sus ojos con una flojera bastante exagerada. Sonreí y calle, le hice compañía un rato.
Es interesante ver cómo nos gusta alejarnos de la palabra para dejar que sufra la epidermis; parece que ignoramos cómo todo lo que no decimos puede llegarnos al corazón -donde el silencio se transforma en vacio- o de plano al cerebro, con riesgo de que llegue hasta la consciencia -donde lo callado se vuelve martillo-.
Por eso, hoy inicio un movimiento en favor de la libertad de expresión. No me importa tanto lo que digan los medios al respecto, hay un hecho: no pienso sufrir más por todo aquello que jamás he dicho.
De hoy en adelante, siempre cargo conmigo lapiz y papel.


2 comentarios:

El Jefe dijo...

¿qué no traías siempre una libretita homosexual ya?
Anota esto: Eres un pinche metiche.

Lush dijo...

Allan necestio hablarte!!! :(